viernes, 28 de diciembre de 2007

La estación de Sol

La estación del metro de Sol siempre ha tenido un olor muy característico.

Siempre ibamos a Sol cuando teníamos que comprar ropa, zapatos... o algún regalo asique lo tenía asociado casi con una excursión (es lo que tiene vivir a las afueras, que las tiendas están en el centro). Cuando salías del vagón te embargaba un profundo olor a palomitas de maiz y a gofre.

Hacía mucho que no usaba esa línea, porque hacía bastante que no iba a casa de mis padres y menos en metro. Cuando subía las escaleras allí estaba ese olor, ummmmm! medio sonreí recordando como siempre había olido asi. Eran las 17:45 de la tarde y el hambre acechaba. De repente salí de mi ensimismamiento a empujones. La gente iba de un lado a otro, me empujaban, no podía avanzar, casi no veía los escalones que en otras épocas me llevaban a un mundo de cotufas y caramelo líquido.

Cuando por fin alcancé el último escalón me encontré con más gente y todo lleno de basura (están de huelga en el metro) y la verdad es que poco me acorbada ya del olor a comida de mi característico Sol.
Tampoco hacía tantísimo que no iba por allÍ, sólo meses, y la verdad es que hasta ayer no me percate del agobio que siente la gente que no es de esta ciudad cuando utiliza el suburbano. Vi el ritmo de la ciudad abrazándome y me di cuenta que nuestras ajetreadas vidas no nos dejan ni disfrutar del susurrante olor de una palomita de maiz o un gofre.

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