
Hoy debería haberme puesto a escribir. Hace dos meses que mi asesor me está dando la murga y no es que sufra eso que les pasa a muchos escritores que no encuentran su inspiración, no surgen ideas y no saben que escribir. No, a mi no me pasa eso. A mi en realidad no me pasa nada y tal vez eso es lo que me tiene tan ralentilizada.
Parece que no pasan los días, que todo se quedo parado y yo me siento meláncolica y hundida. Quiero escribir, pero casi que quiero escribir de mi y no esa estúpida novela que de tan comercial que es hasta a mi me resulta odiosa. Pero se venderá, y eso es lo que importa. Que yo me sienta realizada no importa a nadie, ni siquiera al lector, pobre que no se entera.
Y así me pasa que ayer tomé mas de la cuenta. Quise estar animada, disfrutar darle movimientos a estos días tan lentos. Y la verdad es que por esa noche se lo di. Todo parecía distinto pero ahora todo sigue igual, y encima yo, con dolor de cabeza.
Si esto me pasara en verano... bueno, en verano no me pasaría. La falta de sol me tiene triste y se que me pongo a hibernar y por eso sufro esta desidia año tras año.
Ahora me iré a la ducha, pondré el agua bien caliente y pensaré en él, que está tan lejos como lo está su academia de música. Cuando venga le diré que hoy me apetece cocacola, no quiero estar mañana asi otra vez.