
Nos cuesta menos decir algo feo que algo bonito y no entiendo porque, ya que debería ser mucho más fácil decir cosas agradables que desagradables.
También es verdad que no nos atrevemos a decir nuestros sentimientos, y cuando éstos son malos estan impulsados por la rabia y el odio y, tal vez, sean éstos los que nos den el empujón y por lo tanto el atrevimiento para decir las cosas feas a las que estamos acostumbrados.
Asi por costumbre sabemos odiar mejor que amar, se hace con mas intensidad y eso si que se suele hacer para siempre.
No sabemos alimentar las relaciones personales y este ir y venir de la vida también nos deja a medio camino de la leccion del arte de amar.
La facilidad de palabra con la que insultamos debemos ponerla a disposicion de la amabilidad tan asuente en estos días en los que la xenofobia, la homofobia, el sexismo entre otros, nos hacen poseedores del peor de los discursos.