
Rita hoy no está. Es martes, pero ayer no vino. Creo que me lo merezco por no haberme dado cuenta precisamente de eso, de que no la merecía.
Nos conocimos de la manera mas extraña y creo que lo hemos dejado de la mas normal. El caso es que yo nunca sentí la necesidad de hacerla un hueco en mi vida. El poco espacio que ocupaba se lo había otorgado ella misma
Yo la verdad es que estaba muy agusto. Era cómodo saber que tenía a alguien pero que en el fondo seguía solo sin tener que dar ninguna explicación a nadie. Ella no quería lo mismo y se empeñaba cada lunes cuando se colaba en mi casa, en mi cama y en mi baño colarse también en mi vida. Pero yo me veía demasiado mayor como para cambiar mi forma de ser. Me gusta ser independiente y nunca tuve pareja, ahora tampoco. Rita era diez años más joven que yo y veía la vida de otra manera, tal vez incluso con familia.
La empecé a apartar, la última novela me tenía desquiciado y no me apetecía pagarlo con ella.
Ella ahora sale con Santiago, el chico de la editorial que siempre la perseguía y a la que ella daba boleto sin ninguna intención tan solo porque estaba cegada conmigo.
Me hubiera gustado que ayer hubiera venido para poder saber que no estoy solo pero se que se cansó.
La niebla se irá como el vaho de mi baño y como se fue ella. Sólo quedare yo.