lunes, 4 de febrero de 2008

Tal vez la número 30

Habíamos bajado a por el pan y a dar una vuelta. Hacía una mañana espléndida y había que aprovechar ese sol que tan pocas veces estaba saliendo en el mes de enero.
Lucas iba en su triciclo y Elisa y yo andabamos tranquilos por el parque observándole desde lo lejos.

La semana había sido dura. El trabajo, la casa... nos apetecía disfrutar de esta mañana invernal y soleada.

El parque era extenso y tenía senderos para correr, para ir en bici, caminar, bancos... y hasta una virgen en una especie de altar que los vecinos habían montado para adorarla.

Avisamos a Lucas para irnos a casa. Cuando llegamos a la calle principal se arremolinaba la gente y los coches de polícia se veían por cualquier esquina.

No sabíamos si acercarnos y llevar a cabo nuestra faceta más cotilla o pasar de largo ya que no era de nuestra incumbencia.

La parte cotilla nos ganó y nos arremolinamos junto al tumulto. Cuando mis ojos alcanzaron a ver puede adivinar el cuerpo de una mujer tumbada en el suelo. Me pareció ver sangre. Elisa terminó de solucionar mis pistas.


-Es Gina. ¿No la ves?- Si la veía, pero no la habia reconocido. Tampoco entendía que hacía allí en el suelo con un charco de sangre en la cabeza.

Gina era la chica que ayudaba en la droguería y a veces nos subía la compra. También algunos sábados había hecho de canguro para Lucas cuando Elisa y yo habíamos salido a cenar.

Intenté preguntar a la gente pero nadie sabía nada.

Al final una mujer del barrio nos contó que su novio había estado toda la mañana merodeando por la tienda y cada vez que salía a llevar un pedido la abordaba. Nadie sabía que la decía pero a las 14:00 cuando Gina salió, no llegó mucho más allá que al final de la calle donde su exnovio (porque hacía un par de meses que ella le había dicho que habían terminado) la esperaba, tal vez para pedirla una oportunidad más. Tal vez la número 30. El caso es que Gina yacía en la calle llena de sangre con más de 13 puñaladas en su cuerpo.