miércoles, 3 de septiembre de 2008

Marrakech




Acabo de volver de vacaciones y aunque se me ha hecho duro acostumbrarme otra vez a Madrid, reconozco que también se me hizo duro acostumbrarme a esta ciudad.


Hemos estado 9 días, y aunque es verdad que la ciudad se puede ver en menos, para empaparse de la esencia de Marrakech hace falta, al menos, una semana.


Estuvimos hospedados en el riad Elsagaya el que recomiendo fervientemente, además de ser precioso y cuidar cada detalle de la casa, el personal es encantador asi como el perro y la tortuga que te acompañaran en tu estancia: http://www.riad-elsagaya.com/ .Dispone de varias habitaciones con diferentes precios. La habitación más económica, la numero 5 avisar que aunque es muy bonita es pequeña y no tiene ventana y puede resultar agobiante, sobre todo en agosto cuando el calor no cesa ni por la noche. Incluye un suculento desayuno de cafe,leche, te, zumo, crepes, tortitas, queso, pan, mantequilla y mermelada.


Que contaros de Marrakech... es una ciudad tan distinta a la mía, Madrid, que me he quedado prendada. Además de su paisaje de edificaciones rojizas, también es una mezcla de olores y sabores que te persiguen incluso una vez que ya no estas alli.

Andar por Marrakech es complicado, sobre todo los primeros días en los que es preferible asumir que acabaras perdiendote, aunque tengas 20 planos de la ciudad. Siempre te pierdes! y yo creo que ellos lo saben porque en cuanto te ven parado te salen guías por doquier, eso si, siempre a cambio de unas moneditas. A mi me paso y mi desconfianza de cualquier desconocido me hizo ir todo el camino resoplando hasta que me di cuenta que ese muchacho nos había llevado al lugar deseado y que no sería la única vez en la que iba a estar perdida.




La gente es muy hospitalaria y simpática y todo el mundo quiere hablar contigo, asique poco a poco va desaparencio el pánico que te invanden los primeros días cuando te encuentras en una ciudad distinta, llena de gente que camina, que va en moto, en bici... que no se para. Su ritmo es constante, y tu vas como la tortuga de mi Riad, lenta y desorientada sin saber muy bien donde estás.




Su bullicio, que al principio te agobia, después será necesario y buscarás sin darte cuenta los lugares más bulliciosos como La Plaza Jemma El-Fna, a la que no podrás dejar de acudir cada noche para ver con tus ojos de niño pequeño a los encantadores de serpientes, a los cuentacuentos, boxeadores, tatuadoras de henna, bailarines, músicos... y sus innumerables puestos de comida (recuerdos al puesto 26).

Destacables son sus museos y jardines, que no podéis perderos, asi como la visita a un haman donde en mi caso, un baño exfoliante y un masaje me transportaron a las mil y una noches, si es que no estaba ya en ellas, porque Marrakech es una ciudad de cuento.

Muchas caras se han quedado en mi retina como la de la tatuadora de henna (la que me timo y la que no); el chico del puesto de la plaza de las especias, el señor mayor sentado en la puerta de la pasteleria, el guía que nos llevo al Riad, los chicos que te ofrecen la carta para que vayas a cenar a su puesto de la Plaza... y un sin fin más de ojos simpáticos que han hecho que este viaje sea inolvidable.